En las tres pinturas los colores primarios azul y rojo luchan entre sí en una iluminada
paleta cromática. El
fondo
se enriquece con acentos de violeta y celeste que, a través de capas
texturizadas, emulan incipientemente el vasto mar. Las impresiones
bidimensionales, aparejadas con el contraste de profundidades
cromáticas y tonales, se alternan en las imágenes. El uso de negro
engrosa casi la totalidad de la
figuración
que, en interminables filas, da forma a la estructura interna de los
barcos. Todo lo relacionado a estas figuras es negro: los grilletes,
formados por curvas que encadenan los cuerpos entre sí a nivel del
torso y cuello, así como los codigos alfanuméricos. Advertimos listas
sutilmente desplegadas en el fondo pictórico, en el contorno de los
navíos y acompañando cada figura humana.
El tercer color primario, amarillo –complementario del violeta– resulta
un fuerte matiz de luz destinado a alumbrar el interior de las galeras.
Este color también es utilizado en pinceladas que delinean la proa o
popa para después fluir en trazos hasta desvanecerse. ¿Se trata de
barcos hundidos hace mucho tiempo? ¿Naufragios que permanecen visibles
en la superficie? ¿Barcos fantasma? En cualquier caso, esta
representación fragmentaria es una reminiscencia de ellos. En cada
lienzo, una mancha anaranjada resalta un tramo de los códigos
alfanuméricos, creando un efecto de señalización como un pin que sujeta
un anuncio en un tablero. A estas alturas queda claro: además de la
exploración temática, la pintura en sí misma se exhibe como tal en esta
obra.
Lo anterior se evidencia una vez más en la aplicación de pintura que,
en una misma paleta cromática y sumada a una fina capa de barniz, fluye
en líneas de color que asemejan finos barrotes de prisión a lo largo de
la superficie pictórica. ¿O, tal vez, podemos ver fluir sangre y
lágrimas? Junto con salpicaduras de pintura (especialmente en el tercer
cuerpo de la imagen central), dichos trazos difuminan la presencia de
las figuras negras opacas que, de otro modo, resaltarían todavía más
como elementos esenciales de la obra. La
desfiguración
entonces puede no sólo leerse en los naufragios ya mencionados, sino
que a menudo surge a partir de los rastros del goteo y las salpicaduras
de pintura que desmembran visualmente a las figuras. También, podemos
encontrar
superposiciones figurativas
en los grupos entre los cascos o los “nadadores” alineados en la popa
del último barco de la imagen central. Estos últimos están posicionados
como si sus almas hubieran recientemente comenzado a tomar vuelo en
diagonal al barco.
La interpretación de un evento pictórico concreto queda
en manos del espectador ya que la producción de OtGO no sigue ningún
esquema narrativo. Esto significa que es el público quien asume la
tarea de descifrar la obra, pieza por pieza. Si nos lo permitimos, nos
“tropezaremos” en la ambivalencia entre los tópicos de los barcos de
esclavos y el de las galeras en el tríptico The Galleys of Souls. Esto,
debido a que la representación contradice el título si intentamos
distinguir los remos en los barcos, o cuando intentamos entender la
disposición de los cuerpos de los esclavos como la de remeros
encadenados.Siendo extremidades que simbolizan la libertad según
sugiere el artista, las manos de quienes están encadenados entre sí
permanecen invisibles. A pesar de la omisión, nos inclinamos a
interpretar algunos de los números y letras adyacentes como si se
tratase de remos codificados, en el más amplio sentido de la palabra.
Pero estos códigos no nos revelan su secreto, ya que se desplazan entre
el anonimato y un rótulo identificatorio. El artista despliega
insistentemente el término
“bool” (
боол),
que en mongolés refiere a “esclavo”, lo que podemos advertir, por
ejemplo, entre el segundo y tercer casco. Otras listas más acotadas de
nombres aportan algunas variaciones de estas codificaciones, como vemos
en el borde derecho de la tercera pieza. Estos, corresponden a figuras
históricas de todo el mundo que fueron víctimas de la esclavitud.
Buscando abrirnos a la lectura de la metamorfosis en la producción de
OtGO, como aquel “cambio de estatus” del esclavo liberador o una
transición de la vida a la muerte, seguimos los patrones de movimiento
y las extendidas extremidades de las figuras fuera de los barcos. No
nos basta la representación, sin embargo, para que podamos determinar
si estos cuerpos encarnan a personas vivas nadando, alma en vuelo o
muertos danzantes. Incluso sin sus grilletes, quienes estan al exterior
de las galeras continúan siendo siluetas sin rostro y tienen el mismo
color que sus hermanos y hermanas a bordo. En conjunto, nos recuerdan
el destino de los esclavos que atravesaron estos viajes, cuyas vidas
habitualmente acabaron de manera fugaz y desapercibida.
En la búsqueda de comparaciones histórico-artísticas e intermediales
para esta obra de OtGO, mencionaremos tres casos ejemplares.
Primeramente, si nos distanciamos radicalmente del tema y nos centramos
únicamente en la figuración y el aspecto cromático, una opción es la
pieza díptica
Electric Night
(1979, temple sobre algodón crudo, 200 x 300 cm, Städel Museum,
Fráncfort del Meno), pintada por Helmut Middendorf. Las figuras del
entonces “New Savage” [Nuevo Salvaje], de la Galerie am Moritzplatz in
Berlin-Kreuzberg ilustran bailarines nocturnos y podrían, en ese
sentido, resultar contrarias a las figuras esclavizadas plasmadas por
OtGO. No obstante, Middendorf también articuló los cuerpos de modo
minimalista, como siluetas oscuras en una mezcla de azules y rojos. Sus
piernas y brazos son por lo demás similares a las de los cuerpos fuera
de los navíos.
En segundo lugar, si indagamos en objetos y estructuras analógicas
afroamericanas, vale traer a colación una de las estrellas de la escena
neoyorkina de los años ochenta: el artista grafitero e íntimo de Andy
Warhol, Jean-Michel Basquiat (1960-1988), quien dejaba mensajes en las
calles del SoHo bajo el seudónimo SAMO© (por “same old shit” [“la misma
mierda de siempre”], el racismo que persiste). De igual manera en sus
pinturas, como en
Irony of a Negro Policeman
(1981, acrílico, óleo y y lápiz sobre lienzo, 122 x 183 cm, colección
privada, Nueva York) escribe comentarios relativos al título de la
pieza. Así, el vínculo entre texto e imagen es central en el debate de
su obra, una cuestión que aplica igualmente al tríptico The Galleys of
Souls, aunque en esta última la escritura (“bool” y otros nombres) es
más sutil y semánticamente más indefinida que en la producción de
Basquiat.
En tercer lugar, numerosos largometrajes abordan la esclavitud desde
diferentes miradas, ya sea desde el sufrimiento en los barcos de
esclavos o mostrando la antigua pena de galeras. Entre los ejemplos
podemos encontrar a
Harriet (2019), que nos cuenta la historia del activismo abolicionista y feminista de la afroamericana Harriet Tubman (1820-1913),
Amistad (1997) de Steven Spielberg, o la adaptación literaria de
Ben
Hur
(2016) basada en la novela de Lew Wallace, solo por mencionar tres
producciones estadounidenses de los últimos veinticinco años.